28 diciembre 2003

Hoy hace una semana que regresÈ de Bali. La rutina ha vuelto a mi vida. Cuando me despierto tengo una difÌcil elecciÛn: øCine, masaje, compras diversas, desayuno suculento, etc.? Mientras consulto la cartelera tomo la decisiÛn.
Por mi retina pasan toda suerte de pelÌculas, buena mala o regular veo todas las pelÌculas que se ofrecen en esta ciudad, actualmente dominada por el SeÒor de los Anillos (que me he quedado sin saber quiÈn es ese seÒor). La ˙ltima pelÌcula que he visto es una coreana con subtÌtulos en tailandÈs (The Classic), sobra decir que lo que m·s me ha cautivado de dicha pelÌcula han sido los di·logos.
Una masaje diario es cosa obligatoria para mÌ cuando estos por estos lares. Generalmente me hago, m·s bien me hacen, un masaje de pies. No sÈ, y me da igual, si esto de la reflexologÌa tiene alg˙n fundamento cientÌfico (lo dudo), lo ˙nico cierto, es que da mucho gusto y uno sale del masaje muy relajado. Hoy he optado por un masaje tailandÈs de cuerpo completo, nada que ver con las guarrerÌas con las que en occidente se denomina a dicho masaje. Se trata de un masaje terapÈutico que deja de lado la zona genital para mejor ocasiÛn. Lo habitual es hacerse un masaje de dos horas que no llega a costar m·s de siete euros. La ruta habitual, con mis amistades, los domingos, es: cine, masaje, cena y puterÌo (echar un vistazo a las gogos). Hoy me he lanzado, excepcionalmente, a visitar los bares en los que se ofrece un espect·culo erÛtico, pornogr·fico dirÌa m·s bien. Hace aÒos era un asiduo, pero con el paso del tiempo, el aburrimiento y la desidia, han hecho que mi presencia en dichos locales fuera disminuyendo hasta desaparecer. Tras la toma de poder del nuevo gobierno ultra-nacionalista y ultra-conservador, temÌa que este tipo de divertimento hubiera pasado a mejor vida, sin embargo, el poder del dinero no sabe de gobiernos. AllÌ estaban las muchachitas lanzando pelotas de ping-pong, fumando, sacando guirnaldas multicolores, escribiendo, abriendo botellas, con el Ûrgano que Dios no les dio para tales menesteres. En el libro ìSesenta semanas en el PacÌficoî Antonio Escohotado se preguntaba cÛmo lograban abrir botellas con semejante Ûrgano. Yo lo sÈ, pero al igual que no es de recibo contar los trucos de los magos, no quiero hacer lo mismo con el espect·culo de estas jÛvenes. Si quiere saberlo, que me escriba, se lo detallarÈ de principio a fin.

La represiÛn policial est· llegando a lÌmites que nadie habrÌa imaginado hace unos aÒos. Sin ir m·s lejos, hace dos noches, me vi observado y seÒalado en plena calle por un policÌa uniformado. øMi falta? Estar bebiendo un whisky. Tuve suerte y no se me recriminÛ el ìdelitoî, pero se seÒalÛ a quien me lo habÌa servido que estaba cometiendo una infracciÛn. øConsecuencia? Me quedÈ sin alcohol el resto de la noche y los dÌas que siguieron. Actualmente sÛlo se pueden servir bebidas alcohÛlicas hasta las dos de la madrugada y seg˙n un nuevo proyecto de ley, a partir de finales de enero la hora se adelanta a la una. Buena forma de fomentar el turismo que busca diversiÛn. La consecuencia m·s inmediata ha sido que las chicas de los bares se han lanzado a la calle a buscar trabajo (de puta, claro) ya que los locales en que trabajaban se han vaciado y por lo tanto se ha perdido la seguridad que daba el saber que una chica trabajaba en tal o cual lugar. Los paÌses limÌtrofes est·n al acecho en espera de acoger a los turistas que se sienten ya desencantados con Tailandia. Ser· cuestiÛn de esperar unos aÒos y Camboya, Vietnam, Laos, Birmania, Indonesia, etc., se llevar·n parte del botÌn que hasta ahora ha sido exclusivo de Tailandia.

MaÒana toca visita al mercado de Chatuchak, tambiÈn conocido como mercado de fin de semana. En los aÒos que llevo pululando por este paÌs, jam·s he logrado recorrerlo en su totalidad. Todo lo que se puede comprar en Tailandia se encuentra allÌ, ropa, comida, plantas, artilugios de lo m·s diverso, etc. Todo tiene cabida en Chatuchak, lo complicado es encontrar lo que buscamos. Hay que armarse de paciencia y de agua, mucha agua, porque se suda m·s que en una sauna finlandesa. Hay que seÒalar, adem·s que los precios son notablemente inferiores a los de cualquier zona en la que predominen los turistas. El regateo es obligado, si bien no tan duro y exasperante como en otras zonas, los precios est·n bastante ajustados.