03 diciembre 2003

HabÌa llegado el dÌa. Era s·bado por la maÒana. Lo tenÌa ya todo en orden, sÛlo me faltaba cerrar las maletas y tomar el camino hacia el aeropuerto. FacturaciÛn, embarque, y ya estaba en el aire, todo en un pis pas. Al aterrizar en Madrid la jefa de cabina nos comunica que hemos llegado con 20 minutos adelanto. øAdelanto sobre quÈ? øSobre la hora fijada por la compaÒÌa? °Pues vaya gracia! Si saben que el vuelo dura 50 minutos y en el billete nos dicen que va a ser de 70, pues es lÛgico que lleguemos antes. øA quiÈn quieren engaÒar?
Pasadas un par de horas embarcamos con destino a Bangkok. Tenemos una escala tÈcnica en Roma. Nos bajan del aviÛn y volvemos a pasar por un arco detector, no salgo de mi asombro. Si ya hemos pasado un control en Madrid y no salimos del ·rea de ìseguridadî, øpara quÈ pasar por el mismo tr·mite haciendo cola casi media hora? Ante tal gilipollez no me resisto a preguntarle a una empleada del aeropuerto romano por el motivo de tamaÒa gilipollez. La respuesta es la que esperaba: ìnosotros tambiÈn pasamos muchos controlesî. °SeÒora, Usted viene de la calle y yo vengo del aviÛn! Ante la obviedad de mi argumento, opta por callar y asentir.
Embarcamos. Rezo para que nadie se siente a mi lado, pero mis rezos no le parecen sinceros al que corresponda. Se me sienta al lado un inmigrante filipino. ConfÌo en que no sea un brasa. Afortunadamente no dice ni pÌo en todo el trayecto, adem·s es pequeÒo y no resulta molesto. Nos dan algo de comer. Me tomo el cocktail quÌmico para quedar roque. En apenas media hora ya estoy volando, fÌsica y mentalmente. Me despierto cuando faltan unas tres horas para llegar a destino, el tiempo de ver ìHulkî y desayunar.
Una vez detenido el aviÛn recojo mis b·rtulos y salgo del aviÛn cÛmo un poseso, la gente no sabe muy bien a quÈ vienen mis prisas. Todos vienen de vacaciones y no tienen prisa, pero las colas que se forman en inmigraciÛn son exasperantes. Tengo suerte, llego el primero y una amable y hermosa oficial de inmigraciÛn comprueba en su ordenador lo buena persona que soy. Voy al ìduty freeî a comprar tabaco para un par de semanas, curiosamente, en Tailandia, se puede ir a este tipo de tiendas a la llegada. Compro dos cartones. El Marlboro sale a 1 Euro el paquete, una autÈntica ganga.
Subo a salidas para tomar un taxi, de esta forma me evito pagar los 50 Bahts que te cobran por tomar un taxi en llegadas.
Es domingo, no hay tr·fico, en 20 minutos estoy en el apartamento que habÌa reservado hacÌa dos meses. Como es lÛgico (en Tailandia), nadie sabe nada de mÌ. Me conocen de aÒos pasados pero no tenÌan ni idea de que llegaba. No me sorprendo, digo que llamen al jefe, que est· durmiendo. A los pocos minutos, baja con la llave de mi apartamento. Se alegra de verme, le recuerdo la conversaciÛn que tuvimos hace dos meses. Me da el sÌ de los locos. Estoy cansado, no sÈ si del viaje o de los componentes quÌmicos que llevo dentro. Son las 8 de la maÒana, hora local. Una ducha, una benzo, y a la cama.

Me levanto sobre las 6 de al tarde, me cuesta, pero tengo que hacerlo. Una ducha, una benzo y a la calle. Me voy a un japonÈs a comer algo para que el whisky tenga un lecho donde reposar, el japonÈs me cuesta unos 80 Bahts, menos de 2 Euros.

Oigo la llamada de la carne. Decido hacer mi primera inspecciÛn de cÛmo anda el puterÌo en una zona cercana a mi casa. De lejos ya oigo la misma m˙sica que suena hace 15 aÒos, a los thais les cuesta cambiar cuando les gusta algo. Entro en el Nanas, la mayor concentraciÛn de baretos por metro cuadrado que hay en Bangkok. Me siento en el primer chiringuito al aire libre, al instante me reconoce la encargada (soy difÌcil de olvidar), pido mi primer ìblack-spriteî (Johnny Walker etiqueta negra con Sprite).
Cominenza la inspecciÛn visual. Pero eso ya es otro capÌtulo.
Mi estado de embriaguez permanente y ciertos problemas de conexiÛn me impiden informar diariamente de lo que me sucede por estos lares. Eso sÌ, las guarrillas sigue en su sitio y estoy hacindo mi informe personal sobre la situaciÛn actual.
En breve, habr· noticias m·s concretas sobre lo que acaece por esta tierra de Dios.