21 diciembre 2003

Estoy en el aeropuerto Ngurah Rai, el de Denpasar. Dentro de un par de horas estarÈ ya embarcando en el vuelo de Thai Airways International hacia Bangkok. La duraciÛn estimada es de algo m·s de cuatro horas, por lo que gracias a la diferencia horaria, podrÈ estarÈ ya en mi segundo hogar alrededor de las nueve de la noche. Si todavÌa me quedan fuerzas, irÈ a ver que hacen y dicen mis amigas, las reinas de la noche.
En Bali tambiÈn hay reinas de la noche, aunque oficialmente, al igual que sucede en Tailandia, no existe la prostituciÛn. Pero Bali, mejor dicho, los balineses deben de tener algo. AquÌ es el ˙nico lugar de Asia donde he visto prostitutos para mujeres, los gigolÛs de toda la vida. Ya habÌa leÌdo algo al respecto, pero las cosas me gusta comprobarlas ìin situî. La verdad es que se organizan bastante bien, no van en tropeles o parejitas como hacen las mujeres. Ellos van por libre y conquistan las damiselas all· donde ellas se dejan. No he visto intercambio pecuniario alguno y no puedo afirmar que lo haya, sin embargo dudo que estos jÛvenes tengan un trabajo de dÌa y luego, bailen, beban y copulen de noche. ConclusiÛn: viven de noche, necesitan dinero para vivir, alguien les da el dinero. Algo tendr·n estos balineses que no sabemos nosotros. No me atrevÌ a preguntar a ninguna de las blancas acompaÒadas de un nativo, por pudor; si bien la oferta era amplia. Se puede decir que forman legiÛn las jÛvenes (no, no eran mujeres maduras en busca de lo que no tuvieron en su juventud) que cada aÒo se trasladan hasta estas latitudes en busca de lo que obviamente, no encuentran en sus lugares de origen.